jueves, 30 de octubre de 2008

Sabor a Cadiz

Este mes de Julio, para disfrutar de mis vacaciones unos amigos me dejaron una casita en la costa de Cádiz. Paisaje idílico en el que conseguí mi merecido relax, saboreé su pescadito frito, sus vinos ( riquísimos finos y manzanillas) y el salero de sus mujeres.
Aunque la casita no esta a más de 5 km del mar, me preparé mi mochilita para pasar el día entero en la playa y con lo puesto, unas bermudas cortas y unas chanclas subí al coche y no llevaría más de 1 km, cuando a lo lejos divisé a pie una mujer dirección a la playa, al acercarme más pude ver por sus estilizadas curvas y su alegre caminar, que era una chica de unos 25 años cargada hasta arriba con la sombrilla en una mano, la neverita en la otra, mochila a la espalda su bikini y su pareo. Al pasar por su lado la invité a subir ya que iba en la misma dirección, alo que contestó que no, gracias que para lo que le quedaba… le respondí que le quedaban más de 3 km y ya estaba roja como un tomate del esfuerzo. Me dijo: roja no, colora y sonriendo subió. Una vez en la playa ondeaba la bandera roja y me vio con tal despago que me propuso ir a otra cala más resguardada que conocía ella cerca de allí, pero que me enseñaba el camino y la traía de vuelta aquí que había quedado con unas amigas dentro de dos horas. Dicho y echo, nos fuimos hacía allí, al llegar estaba el mar mucho más calmado y era una calita apartada y bastante tranquila. Le propuse de darnos un baño y la arrimaba con sus amigas y al decir si, salí del coche corriendo hacía el agua, era mi primer baño del año y estaba entusiasmado; me adentré y empecé a nadar, cuando recapacité me di la vuelta y vi a Rocío mojada y sacando una toalla de su mochila, me puse a nadar hacia ella y al llegar estaba tumbada boca arriba con un tanguita negro y las piernas ligeramente entreabiertas desvelando su monte de Venus. En este preciso instante me di cuenta que estaba en una playa semidesértica con una tía buenísima y yo solo había pensado en darme un baño, y esto ya lo había hecho…
Rocío guapa, ¿te doy crema?, respondió que no se había untado por que creía que iba a llevarla, le dije que cuando quisiera ella, pensó y me dijo media hora arriba o abajo… sacó la crema y se tumbó boca abajo, le eché un chorro generoso en el centro de la espalda y empecé a deslizar mis manos por todo su tronco, su piel se dejaba tocar así que masajeando bajé hasta sus nalgas y bordeando sin profundizar, continué por las piernas hasta los tobillos y volví a subir por sus finos muslos, donde intensifiqué el masaje mientras veía su culo temblar, hasta que escuché un ¡¡ guauu!! entre placer y contención, así que paré.
Me quedé sentado en la puntita de su toalla pues con el arrebato no había sacado la mia, mirando hacía el mar, con una leve erección y sin saber como continuar, hasta que me iluminó poniéndose boca arriba y asomando una picara sonrisa de sus labios; esta vez empecé por los tobillos subiendo poco a poco por las rodillas y sus muslos que aceitosos reflejaban el sol que nos calentaba, hasta rodar varias veces mis dedos por su ombligo e introducir la punta de mi dedo sutilmente por la parte alta de su tanga, continué hacia arriba contorneando sus senos con ambas manos repetidas veces, respetando el bikini blanco pero con consistencia finalizando en su cuello , momento en que abrió los ojos y se cruzaron nuestras miradas largo tiempo, me incliné y le bese los labios, su boca era fresca muy apetecible y su lengua se introdujo en mi boca , al tiempo que sus manos se deslizaban por mi mejilla, cuello hasta mi pecho; mi pene estaba totalmente erecto y por fin dijo de entrar al agua (aunque no había casi gente, ella era de allí y no era plan ponerse a follar de día en medio de la playa), entramos como dos perros en celo los cuatro metros que nos separaban del agua a cuatro patas y restregándonos, besándonos y poseídos por el deseo. En la misma orilla, la tumbé y me puse sobre ella deslizando mi lengua desde su boca hacía abajo pasando por su pecho al que deje asomar su pezón y jugué con la punta de mi lengua antes de bajar hasta su vagina que deslumbre tras echar a un costado el tanga y asomar mojadita, la chupé entera hasta que me la metí a sorbidos en la boca, Rocío se retorcía de gusto mientras con los dedos se la abría y le metía hasta el fondo mi lengua, sabía estupenda mezcla de sus jugos y agüita salada, ella empezó a moverse deslizándose hacía dentro del mar y yo como un cocodrilo tras su presa la seguí, aunque cuando nos tapaba el agua hasta la cintura no sabría decir quien era presa de quien, se encaramó a mi cintura y con una facilidad que me sorprendió me bajó la bermuda, me cogió mi sexo y se lo introdujo, nos unimos en el mar, en cuerpo y alma sentía sus jadeos en mi oreja y me desbocaba, las olas despeinaban su largo pelo oscuro y nos envolvía, sus senos se unían a mi pecho, mi sexo al suyo mientras sus piernas me rodeaban y se impulsaban en un continuo mecer, acompañados por profundos suspiros como dos locos rebeldes nos amamos larga e intensamente con pasión, alguien pasaba por la orilla y al notar que rompíamos las reglas, el morbo nos devoraba aun mas fuerte, mi rostro se humedecía de sus lametones, besos y pequeños bocados, sin dejar su interior nos hundíamos para mover salvajemente nuestros cuerpos, hasta que llego el orgasmo que lo comenzamos sumergidos con fuertes movimientos de caderas , hasta que faltos de aire ascendimos a por él como quien busca la vida con la boca abierta y aspirando todo nuestro placer.
Fue uno de los mejores y nunca lo olvidaré, salimos del agua y nos tumbamos a secarnos e intentar respirar con regularidad mientras nos sonreíamos, nuestras brillantes miradas se seguían y nuestras manos se enredaban; le pedí que me gustaría hacernos unas fotos y me dijo que si se las enviaba después si, saco de su mochila unas grandes gafas negras. Se las colocó y me apuntó su mail, posó sobre la blanca arena gaditana y le rogué que repitiese la pose a cuatro patas con la que entramos al agua y aunque lo intentó no logró poner la misma cara de seducción que antes ponía pero igual salió bella, después fuimos a la playa donde estaban sus amigas, las saludo, les dejó la sombrilla y la nevera de playa y nos metimos en un chiringuito que había allí a tomar unas caipirinhas, dentro la volví a besar y no estaba tan receptiva, creo que porque conocía a los dueños pero después de dos caipirinhas más el calentón no se pudo reprimir y al conocer al dueño pidió permiso y pasamos a la trastienda, empecé a comerle la boca y la coloqué de espaldas para que notase como estaba duro otra vez mientras la agarraba por el cuello le quité la parte de arriba del bikini y sus dos pechos pequeños y redondos acababan en erectos pezones que chupé hasta que se soltó el pelo y los cubrió cuando empezaba a meterme la mano dentro del bañador en busca de mi pene entró en la trastienda del chiringuito la esposa del dueño de repente y Rocío que la vio primero sacó la mano a la velocidad de la luz de mi bermuda y empezó a posar para mi, al darme cuenta agarré la cámara que había dejado junto con el tabaco y un mechero encima de un cajón de botellines y le dije ponte así, ponte asá mientras enchufaba la cámara y le hacía unas fotos intentándo recuperar la compostura, respirando con dificultad y disimulando, saludo a la dueña que sonriéndole le dijo que tal Rociíto y desvió su mirada hacía mi bermuda que había adoptado una forma extravagante a causa de mi erección, volvió a mirar a Rocío y volvió a sonreír saliendo de allí, acabamos las copas mientras descendía mi hinchazón y sonrojados salimos de la trastienda bajo la mirada risueña de la dueña. Nos giramos los dos, nos miramos a los ojos, sonreímos y nos besamos suavemente.
Salimos fuera y tras quedar para mañana nos separamos y no nos volvimos a ver, aunque volví dos o tres días a buscarte no te encontré, así que pensé que preferías que quedara así, no se si porque te vino grande, por que te daba corte delante de tus vecinos y tu gente o por que fue bonito así, si alguna vez lees esto quiero que sepas que a mi me pareció muy muy bonito Rocío.

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