jueves, 16 de octubre de 2008

Una y no más santo Tomás

A principio de verano, acabe un día medianamente pronto de trabajar, así que decidí tomar una cervecita antes de ir a casa a cenar. Pase por un pub cerca del trabajo, y estaba todo oscuro, con luces disco y música bastante fuerte no era lo que estaba buscando, pero entre. Me senté en la barra y pedí mi cerveza, observando lo que me rodeaba, a mi derecha en dos taburetes habían dos preciosidades hablando de un mal día de trabajo, una morena pelo largo de espaldas, con un traje negro bien ceñido y corto que le insinuaba un culo de espanto y su amiga una rubia con melenita, vaqueros y top, bastante bien proporcionada que ya me había dedicado un par de miraditas. Continué con mi cerveza sin poder aislarme de ellas ya que se sucedían largos intercambios de miradas acompañados de leves sonrisas y además porque sentía que hablaban de mi y la morena intentaba darse la vuelta y su compañera no lo permitía lo cual aumentaba sus risas y mi temperatura; hasta que vi a la morena levantarse para pagar sus consumiciones, coger el bolso y mi temperatura cayó al creer que se iban, me quedé desconcertado al ver que la rubia de las miraditas se despidió de su amiga con un: “hasta mañana en el curro” y una picara sonrisa. Intenté tranquilizarme y pensar rápido, pero nada mas volver a cruzar nuestras miradas el cerebro (por llamarlo de alguna manera) se me quedó en blanco y tras unos segundos interminables acerté a decir: “preciosa puedo invitarte a una cerveza”, me miró fijamente a los ojos y sin contestar, con una sonrisa seductora, se sentó a mi lado. Pensé: SSSSiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
Hablamos de su mal día en el trabajo, de lo animada que estaba la gente un jueves al atardecer, de las risas que tenia con su amiga y desembocamos en una conversación de que nos parecía el sexo con desconocidos, entre risas, oscuridad y luces disco, los grados iban subiendo hasta alcanzar un pico, cuando me levanté para sacar el monedero del bolsillo y mi pierna rozó el interior de su muslo, inmediatamente cruzamos nuestras miradas con deseo, mientras el camarero esperaba cobrar de pie con la mano extendida, la cual cerró al introducir un billete en ella y salir hacia la caja.
Volví tras notar una mano suave sobre mi antebrazo y al darme la vuelta, Bea me estaba atravesando la mirada con sus ojos azules a tres dedos de los míos y diciéndome: “sabes que será locura de un día, ¿no?” a lo que le respondí que por mi perfecto, no esperaba más. Sin pensar rápidamente nos levantamos de los taburetes para salir del pub, le comenté que tenia el coche en la calle paralela y me dijo que mejor su casa que estaba a dos manzanas, le respondí con una sonrisa.
Nada más abrir su portería la incontinencia nos atacó y la arrinconé contra los buzones y empezamos a besarnos como locos de amor, mi lengua recorría sus labios, rozaba su lengua y sus manos acariciaban mi espalda, apretaban mi culo contra ella y a duras penas consiguió decir: “vamos arriba”. En el ascensor sentimos otro ataque de incontinencia, pero esta vez fue ella quien me arrinconó y se abalanzó sobre mi introduciéndome su lengua en mi boca y manoseando mi torso, lo cual me produjo una excitación tuve que controlarme para no quitarle la ropa allí mismo. Nada mas entrar me dijo si quería una cerveza y le dije que la quería a ella, a lo que respondió que lo de la cerveza era pura cortesía y empezamos un juego de abrazos, roces, besos y lametones, del sofá intentamos ir a su habitación, en el momento que recordé que llevaba la cámara y le dije que si podía hacerle una foto para inmortalizar el momento, aunque no estaba mucho por la labor accedió, eso si de espaldas a cámara. Acto seguido volvimos a intentar llegar a la cama, pero esta vez y por última abortamos la misión. Me abalancé sobre ella en el suelo azul enmoquetado quitándole los vaqueros bajo los cuales aparecieron unas larguísimas botas y devorando sus labios, ella empezó a soltar algún débil gemido, eso me excitaba mas aun, me tocaba mi sexo que estaba duro y empezaba a estar a disgusto dentro del pantalón.
Se quito el top y aparecieron dos pechos firmes perfectamente redondeados con unos rosados pezones que no tarde en saborear, el calor y el sudor empezaba a envolver nuestros cuerpos, agarré la cámara y antes que se molestase hice dos fotos rápidas a ese cuerpo que me estaba sacando de quicio y la guardé, no sin llevarme una miradita de desaprobación que desapareció nada mas bajarme el slip y con el pene duro empezar lentamente a penetrarla, ahí se separaron nuestras bocas para gemir y empezó un gustoso movimiento por mi parte buscando todos sus rincones de excitación. Nuestro cuerpos fluían libremente, entrelazados, llenos de gozo, con un impulso ella dio la vuelta y se puso sobre mi a cabalgar con un ritmo mas intenso, echó la cabeza hacia atrás y abriendo la boca soltó un fuerte y placentero sollozo, que vino acompañado de otro y otro y otro, estos últimos a dúo. El placer nos desbordaba, su espalda se arqueaba cada vez más , sacando a relucir sus costillas, con sus pechos saltando al compás, sin salir de sus adentros erguí el tronco y empecé a lamerle la oreja, notaba como se le erizaba todo el bello, pasamos a postura flor de loto cogidos de las manos y bajando la intensidad de nuestros envites, aunque creo que no era su rollito ya que rápidamente cambió de postura, no sin antes meterse mi polla hasta el fondo de la garganta repetidas veces y oprimiéndome los testículos dijo:” métemela toda cariño hasta el estomago”, ahí descubrí al fin lo que quería, se levantó, se inclinó y apoyó las rodillas sobre un cojín dejándome su precioso chochito rasurado abierto esperándome, me coloque detrás de ella y se la introduje con brusquedad hasta el fondo, empezando a penetrarla con más intensidad a lo que ella respondía buscando el choque con fuerza y gritando:”métela toda”, el placer comenzó a correr por la habitación, sus aullidos se mezclaban con mis gemidos y nuestras mentes se nublaban entornado los ojos, pero sin parar ese movimiento hipnotizador, del cual tras un largo rato salí al escuchar, me corro, me corro cariño no pares y le dí con todas mis fuerzas, sus jugos brillaban como finos ríos de plata en su sexo y sus gritos resonaban en el edificio lo cual me ponía a mil, hasta que breves instantes después llego mi momento, las caderas empezaron a bambolearse mientras el movimiento era mucho más torpe, el gozo me devoraba y avisé que me corría, más que nada para sacarla de sus profundidades, pero de golpe se giró de un salto y en un segundo tenia toda mi erecta y dura polla en lo más hondo de su garganta, no veía ni un cm de ella, tras un quejido largo y desgarrado me corrí sin ver nunca el semen, aunque ella con sus ojos clavados en los míos me indicaba que estaba saliendo y lo notaba bajar por sus adentros.
Fundidos por el orgasmo y el placer nos dejamos caer a un lado respirando sofocadamente y sonriéndonos mientras nos regalábamos besos y caricias, Bea sacó un canutito de maría ya empezado que tenia en una cajita y aunque no soy fumador compartimos dos o tres caladas cada uno hasta que tocamos el cielo.
Un rato después, me ofreció una ducha y le dije que no tenia ropa para cambiarme, que ya me ducharía en casa, gracias. Pero insistió diciendo que tenia unos boxes suyos que le venían grandes que me los llevara, así que accedí nos levantamos y entramos en el baño, el agua relajaba y sentaba bien pero con una belleza así a mi lado, viendo como le resbalaba el agua desde la cabeza hasta el coñito saltando en cascada al fondo de la ducha no había posibilidad de relax, por lo visto ella me leyó la mente o pensaba lo mismo porque antes que levantara la vista me había agarrado mi miembro flácido y lo estaba magreando, este no tardo en reaccionar tras una escena de tal belleza y allí, volvimos a follar, sin caricias, de pie con su cara apoyada contra el azulejo le penetre la vagina por detrás, mientras el agua fresca caía sobre nosotros y el placer cambiaba de habitación. Nos secamos y me dio sus boxes, me vestí y apareció deliciosamente sonriendo con ropa interior roja y pensé en volverme a abalanzar sobre ella, estaba increíble, le di mis slip y me tronche de risa al venir a mi mente cuando después de un encuentro los jugadores de cada equipo intercambian sus camisetas, ella rió también y al recoger la cámara del suelo le pedí una foto.
Esta vez posó segura y plenamente, le di un gran beso y me despedí de ella, me dijo que esperara que se ponía algo de ropa y me acompañaba a la calle, insistí que no hacía falta pero dijo es un segundo, salio del dormitorio vestida aunque estaba para volverla a desnudar y volver a empezar, me gustaba más el modelito que llevaba ahora que con el que nos habíamos conocido así que le hice una última foto y salimos de su casa.
En el portal de su edificio nos miramos fijos a los ojos agarrados de las manos y con una felicidad inmensa por que los dos sabíamos que este momento nos había llenado de alegría y placer, pero no iba a volver a suceder, al menos entre nosotros. Después de un piquito en los labios continuamos cada uno nuestra vida yo con su boxes y ella con mi slip.